Casi siempre es de noche.
Casi siempre es un duende.
O quizá una viejecita.
O quizá un niño travieso.
O quizá los tres.
Hacen malabares con las frases,
crucigramas con los verbos,
rompecabezas con los sustantivos,
y reparten adjetivos y adverbios
como en un juego de naipes.
Es en ese momento
en que nos parece
tener listo el poema.
Unos lo logran,
otros, solo llegan al intento.