Mi abuelo, Don Juan Laplace y Saavedra, salió de su natal Barjas (León, España) hacia Cuba, siendo un chaval. Hizo en la ciudad de Holguín una familia muy linda a la cual me honro en pertenecer y quise dejar para siempre el recuerdo de nuestro abuelo en este bosque de bojs:
La huella había quedado en mí grabada,
y como toda huella en el alma,
para siempre.
Indeleble huella
que le ha hecho mofas al tiempo
y le juega bromas cada año,
cada julio,
a las velitas del cake.
Huella del recuerdo de León,
que el viento del Este trajo,
llenando de salitre
la única foto de Bárbara.
Huellas de cantares y de boinas
que él grabó con paciencia en nosotros,
aspirando el humo
del horno de carbón cercano.
Huellas de estampas de su España,
que las hizo nuestras
con las mismas callosas manos
con que acariciaba nuestros sueños.
Huellas de la España, la palmada y el olé,
custodiadas en mi memoria
por la dulce mirada de quien
siempre está: mi Don abuelo Juan.
y como toda huella en el alma,
para siempre.
Indeleble huella
que le ha hecho mofas al tiempo
y le juega bromas cada año,
cada julio,
a las velitas del cake.
Huella del recuerdo de León,
que el viento del Este trajo,
llenando de salitre
la única foto de Bárbara.
Huellas de cantares y de boinas
que él grabó con paciencia en nosotros,
aspirando el humo
del horno de carbón cercano.
Huellas de estampas de su España,
que las hizo nuestras
con las mismas callosas manos
con que acariciaba nuestros sueños.
Huellas de la España, la palmada y el olé,
custodiadas en mi memoria
por la dulce mirada de quien
siempre está: mi Don abuelo Juan.
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